Incendios en el hogar arrendado: La vulnerabilidad del inquilino ante la responsabilidad civil
Los incendios residenciales son uno de los riesgos más importantes para la sociedad.
Una de las amenazas que históricamente han causado mayores pérdidas materiales, junto con las inundaciones.
En el entorno doméstico, la mayoría de los fuegos son de origen accidental o negligente, siendo causas comunes los accidentes en la cocina, fallos en las instalaciones eléctricas o el uso descuidado de cigarrillos y velas. El investigador de incendios o el perito del seguro determinará los pormenores.
En un inmueble arrendado, la investigación posterior al siniestro busca determinar la causa y la responsabilidad del incidente. La responsabilidad puede ser atribuida a una persona o entidad por una acción o una omisión, ya sea accidental o intencional. La negligencia es una de las bases más importantes de la responsabilidad civil.

El mayor peligro para el inquilino es lo que técnicamente se llama subrogación, pero que en la práctica significa una deuda inesperada. Aunque la Ley obliga a la aseguradora a pagar los daños de un incendio causado por descuido (negligencia), el Artículo 43 de la Ley de Contrato de Seguro guarda una «sorpresa»: una vez que la compañía paga al propietario, tiene derecho a reclamar ese dinero al causante real del fuego. Es decir, la aseguradora pagará al dueño, pero luego se girará contra el inquilino para recuperar hasta el último euro pagado.
En resumen: la aseguradora no puede negarse a pagar por negligencia del inquilino, pero sí puede reclamarle después el importe abonado, hasta el límite de la indemnización.
Si la investigación determina que el incendio fue causado por la negligencia (por ejemplo, una omisión en el cuidado de un aparato o un descuido en la cocina) por parte del inquilino, la aseguradora del propietario puede reclamarle judicialmente el coste de los daños cubiertos por la póliza. Por ello, para un inquilino, no disponer de una póliza de hogar con cobertura de responsabilidad civil supone el riesgo de tener que asumir el coste económico total de la reparación o reconstrucción del inmueble.

Recomendaciones para prevenir incendios accidentales.
Dado que la iniciación de muchos fuegos es facilitada o fomentada por la acción u omisión de las personas, la prevención se centra en modificar el comportamiento humano:
- Riesgo eléctrico: Evite la sobrecarga de circuitos conectando demasiados aparatos en la misma toma. Revise y evite las malas conexiones o tornillos flojos en terminales, ya que pueden sobrecalentarse y causar ignición.
- Cocina: Evite dejar sartenes o comida desatendidas. El aceite que se sobrecalienta hasta iniciarse es un origen muy frecuente de fuegos en la cocina.
- Fuentes de calor: Los aparatos generadores de calor (como planchas o calentadores portátiles) deben usarse correctamente y alejarse de materiales combustibles como ropa o cortinas.
- Fumadores: El descuido al fumar es una causa importantísima de incendios en residencias, especialmente en dormitorios o salas de estar.
Sistemas activos de protección contra incendios
Los sensores de humo y los sistemas de alarma son cruciales para prevenir daños graves, ya que permiten la detección precoz del incendio. La detección temprana posibilita la extinción con cantidades mínimas de agente supresor y limita las pérdidas materiales. Si están operativos y mantenidos correctamente, estos sistemas reducen significativamente la pérdida de propiedades en el hogar, a un precio muy reducido en relación a los beneficios que procura.
Los sensores se dividen entre iónicos, más sensibles a incendios con llamas, o fotoeléctricos, más sensibles a incendios latentes; es un componente principal del sistema de detección.
La recomendación, no obstante, es disponer de un seguro de inquilino que nos proteja de una pérdida patrimonial grave en caso de sufrir un incendio.
Si necesita verificar el origen de un incendio:


